domingo, enero 02, 2005

El valor de lo permanente

A pesar del paso del tiempo y de la rapidez con que todo se mueve, ciertas cosas permanecen prácticamente inalterables. Una de ellas es el concierto de Año Nuevo en Viena. Año tras año, hela ahí, a la Filarmónica, deleitándonos a todos y utilizando la música como vínculo de unión, este año con un ligero cambio, en señal de duelo y solidaridad con las vícitimas de este planeta vivo: ese símbolo de alegría que es la Marcha Radetzky no se ha escuchado hoy en el Teatro de la Opera de la capital austriaca.

A pesar del tiempo y de su fugacidad, y del peso de la velocidad, lo bueno siempre permanece.

Hay motivos para la esperanza.

¡Feliz Año Nuevo!