jueves, diciembre 02, 2004

Tras la dura batalla

Algunos buenos amigos me echaban de menos. No puedo decir sino que se lo agradezco (gracias, Agustín; gracias, Maximilian). No es tan fácil mantener un blog al día, requiere esfuerzo y tiempo, sobre todo tiempo.

Y hoy me decido a escribir por dos razones: la primera, me lo debo a mí mismo, y a otras personas. La segunda, una conversación mantenida ayer. Una conversación que tuve con varios profesionales para los que si las cosas se han hecho bien hasta ahora por métodos tradicionales, el auge de internet y las nuevas tecnologías es artificial, poque le estamos dando más importancia de la que realmente tiene. Somos nosotros los culpables, porque estamos contribuyendo a darle mayor relevancia de la que merece.

Sólo puedo decir que fue desolador. Me pedían que no les negara el derecho a poder seguir utilizando papel y boli, o el fax, o el correo normal, o la máquina de escribir. Por supuesto, nunca se me ocurriría hacer eso, cada cual tiene derecho a usar las herramientas que le parezcan mejores; pero lo que no se puede hacer es negar la evidencia. Siento decirlo, pero no hay más ciego que el que no quiere ver.

Podría exponer aquí algunos de los endebles - desde mi punto de vista - argumentos que se esgrimieron por su parte, inclusive el de que si la corriente eléctrica se cae, pues adiós ordenadores (snif, y otras muchas cosas). Tengo que decir que me sentí mal, porque me daba la impresión de estar dirigiéndome a personas ancladas en el pasado que en el fondo desprecian la revolución tecnológica, sencillamente porque no la entienden.

Esta mañana alguien muy querido que estuvo presente en esa conversación me ha dicho lo siguiente: no te preocupes, se trata de renovarse o morir; la elección que has hecho es la acertada, porque estarás siempre en la cabeza, y otros estarán perdidos en el estancamiento más absoluto.

Como los que me leéis habitualmente habéis podido observar, hoy mi comentario está más teñido de concreción. No podía ser de otra manera, cuando tienes la experiencia tan cercana de intentar mantener un diálogo imposible cuando los patrones mentales de quien tienes enfrente son tan distintos.

Mantuve mi mente abierta a sus posiciones, pero la conexión no fue posible. Es como si la brecha tecnológica provocara también una brecha a nivel incluso personal entre nosotros.

En todo caso, es su elección. Y ellos afrontarán sus consecuencias.