miércoles, enero 05, 2005

Al final de la jornada

Dos velocidades altas. Dos ritmos elevados. Ninguno tiene por qué ser mejor que el otro.

Dos perspectivas. Dos puntos de vista. Válidos ambos.

Saber por dónde pisas y cómo te mueves, dónde te encuentras y hacia dónde vas, conocer las intenciones de quien tienes enfrente. Abrir la mente y el corazón.

Las relaciones humanas se hacen difíciles en este mundo cambiante, porque en el contacto con el otro ya estamos yendo más allá, sin detenernos en el ahora, siendo que muchas cosas dependen del instante presente, y no del futuro inmediato.

Reflexiones de madrugada, probablemente inconexas.

El guerrero se retira buscando el reposo.