miércoles, diciembre 29, 2004

Tempus fugit

Tengo un problema: me falta tiempo. Sé que para muchos es lo habitual, pero eso no me consuela. Son demasiados asuntos que atender, demasiadas cosas que hacer, muchas otras que quisiera emprender pero no puedo, y otras muy importantes que hay que meditar. Me acuerdo entonces de Einstein, y me doy cuenta de que al revés que en su teoría de la relatividad, voy muy deprisa, pero mi tiempo no va más despacio.

Curioso mundo éste, en el que una teoría como esa no resiste la variable de la velocidad del individuo. También es cierto que la mía no se acerca ni mucho menos a la de la luz (aunque prometo que a veces todo va tan deprisa que ni siquiera me doy cuenta de qué o quiénes están a mi lado), para la que sí dicen que sirve la teoría, pero aun así, no me vendría mal que don Alberto me echase una mano.

Aunque me temo que no va a ser posible. El tiempo se escapa, y hay asuntos y decisiones que esperan ya no a la vuelta de la esquina, sino nada más levantar la vista de lo que estás haciendo.

Esto me pasa por tomar la pastilla roja.