lunes, noviembre 22, 2004

El triunfo de la desesperación

He de reconocer que llevo varios días descuidando este blog, y mi buen amigo Maximilian me lo ha echado en cara. Y ha hecho bien: uno no tiene un blog para que se quede mudo tanto tiempo.

Muchas cosas han sucedido desde mi último comentario. El día a día se hace pesado, los asuntos se sobredimensionan, parecen aumentar de tamaño como un pastel que se cuece en el horno y, al final, encima de la mesa cada carpeta convoca una manifestación "por el derecho a ser trabajada antes que las demás."

Es en estos momentos cuando dejar que la desesperación se apodere del terreno se convierte en la peor jugada posible, aunque la más fácil. Porque uno de los problemas derivados de la velocidades el que tiende a agrandar los problemas.

Pero no hay que dejarse engañar, si lo pienso bien tan sólo existen razones para la esperanza, inclusive ahora, en medio del torbellino. Porque poder detenerme y escribir esto en medio de ese torbellino para mí ya es un gran triunfo.

Vuelvo a controlar la velocidad, aunque sólo sea por un instante. Y es que ahora mismo yo vivo, no "me viven. "


martes, noviembre 16, 2004

Soñar con los ojos abiertos

Al hilo de un comentario que Agustín hace hoy, pienso en algo tan importante como saber agradecer el que me haya tocado vivir este tiempo. Cuántas veces, cuando era un adolescente, pensaba en cómo me habría resultado vivir siglos atrás, o lo maravilloso que sería poder vivir dentro de unos cientos de años.

Pero me ha tocado ahora. El presente se escapa, ya es pasado, y el futuro se hace presente viniéndosenos encima. Me produce una sensación de vértigo el simple hecho de vislumbrar lo que el avance de las herramientas tecnológicas ya supone y va a suponer en un futuro inmediato; porque se trata de algo verdaderamente excepcional.

Disfrutemos del tiempo que vivimos, no habrá otro mejor para nosotros.


jueves, noviembre 11, 2004

Espectador o protagonista

El mundo tecnológico que nos rodea cambia, se desarrolla, evoluciona, y no se detiene. Vivimos en ese mundo, y sólo podemos adoptar dos posturas ante su continuo movimiento. O nos movemos con él, adaptándonos a su velocidad, o nos quedamos quietos y esperamos que él sea quien nos empuje; o pisamos el acelerador para ir a su ritmo - eso sí, sin perder nunca la perspectiva - o nos dejará atrás.

La diferencia es radical y cuenta con implicaciones muy profundas: ser protagonistas o ser meros espectadores, vivir la evolución de nuestra sociedad o dejar que "nos evolucionen" (permitidme la expresión) desde fuera . El problema en este último caso es que se trata de un imposible: resulta difícil concebir que otros vivan por ti la evolución tecnológica; sólo puedes vivirla tú, por que sólo tú puedes aprender a manejar las herramientas, a sufrir sus deficiencias y a disfrutar de sus ventajas, nadie lo va a aprender por ti. Y llega un momento en que la herramienta resulta imprescindible, algunos han cometido el error de no haber querido aprender a utilizarla y se quedan definitivamente atrás y perdidos.

Adaptación y evolución, o caída libre. Y ya sabemos lo que ocurre al final de esa caída.


miércoles, noviembre 10, 2004

El descanso (imprescindible) del guerrero

Incluso en este mundo cambiante resulta indispensable parar y reposar, aunque sólo sea para asimilar, para digerir la ingente cantidad de información que nos inunda. Es por eso que en medio de la velocidad a la que nos vemos obligados a movernos, y a la que necesariamente hemos de acostumbrarnos, en ocasiones es preciso parar, aun por el mero hecho de poder observar y disfrutar como simples espectadores de la extraordinaria evolución de todo lo que nos rodea, y si procede, cambiar nuestra perspectiva de las cosas. Muchas e importantes pasan por delante de nuestros ojos sin que seamos conscientes de ello, y todo porque no estamos mirando ni cuando, ni donde, ni como debemos.

En definitiva, contemplar adecuadamente, y obrar en consecuencia.

lunes, noviembre 08, 2004

El peso de la velocidad

Creo recordar que Albert Einstein demostró que al aproximarse a la velocidad de la luz un cuerpo tiende a aumentar infinitamente su masa y a reducir su longitud aproximándose a cero. Pues algo parecido ocurre con la velocidad a la que el mundo se mueve a mi alrededor: va tan deprisa que determinados acontecimientos pesan en mi mente de un modo tan enorme que apenas me dejan tiempo ni espacio para reaccionar, y su ingente cantidad y la necesidad de respuesta minimizan, en algunos momentos, mi capacidad para ello.

No sé si a otros les sucederá lo mismo, pero ruego para que se trate de algo meramente pasajero.

Siempre abierta ...

Es el único requisito. Nada más pido, y nada más doy. Sólo las mentes abiertas son capaces de descubrir la realidad y quizás lo que hay más allá. Que a nadie le importe equivocarse, ni tampoco dudar. Pues si no nos equivocamos en alguna ocasión, será porque no hemos arriesgado; y si no dudamos nunca, difícilmente nos acercaremos a la verdad.

Sed bienvenidos.