lunes, noviembre 22, 2004

El triunfo de la desesperación

He de reconocer que llevo varios días descuidando este blog, y mi buen amigo Maximilian me lo ha echado en cara. Y ha hecho bien: uno no tiene un blog para que se quede mudo tanto tiempo.

Muchas cosas han sucedido desde mi último comentario. El día a día se hace pesado, los asuntos se sobredimensionan, parecen aumentar de tamaño como un pastel que se cuece en el horno y, al final, encima de la mesa cada carpeta convoca una manifestación "por el derecho a ser trabajada antes que las demás."

Es en estos momentos cuando dejar que la desesperación se apodere del terreno se convierte en la peor jugada posible, aunque la más fácil. Porque uno de los problemas derivados de la velocidades el que tiende a agrandar los problemas.

Pero no hay que dejarse engañar, si lo pienso bien tan sólo existen razones para la esperanza, inclusive ahora, en medio del torbellino. Porque poder detenerme y escribir esto en medio de ese torbellino para mí ya es un gran triunfo.

Vuelvo a controlar la velocidad, aunque sólo sea por un instante. Y es que ahora mismo yo vivo, no "me viven. "